domingo, 12 de diciembre de 2010

Tiempo de Adviento

Se escucha una voz clara y potente proveniente del desierto: “¡Convertíos...!”. Es la voz de Juan, el eremita, el bautista, el hombre que su búsqueda de la esencia de Dios recurre al desierto tratando de escuchar su voz. Convertirse significa transformarse, de manera que la voz de Juan demanda un cambio en nuestra vida, para que abandonemos la banalidad y nos acerquemos a lo fundamental: la verdad.

Por eso a lo largo de los siglos tantos hombres han tratado de escapar al ruido mundano y ubicarse en la montaña o en desierto en búsqueda de la verdad, en búsqueda de la voz de Dios. Esta es la cuestión, la búsqueda de la verdad. Porque en definitiva la fe es inquietud y búsqueda. Si alguno de nosotros cree estar en posesión de la verdad, no será sino un pobre ignorante, alguien que será presa de los fanatismos, que históricamente tanto daño causan. Es desde la humildad, desde la conciencia de nuestra propia ignorancia desde donde hemos de buscar a Dios. Y como el profeta Samuel abrir nuestros oídos a su voz: “Habla, Señor, que tu siervo escucha” (I Samuel 3, 9)

Alejémonos de los pequeños ídolos que nos acechan cada día, en forma de intereses, vanaglorias y servidumbres humanas y dispongámonos a nuestra propia conversión. Y en su búsqueda, el cristiano no puede olvidar las palabras de Cristo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí”. Esforcémonos, pues, en descubrir la esencia de Cristo y será entonces cuando estemos en el camino correcto.

Sabemos, empero, que la esencia de Cristo se nos revelará con la parusía. Por eso en tiempo de Adviento nos sumamos al grito desgarrado con el que el evangelista Juan cierra su “Apocalipsis” y que, por tanto, cierra el último libro canónico del Nuevo Testamento:

¡¡Ven Señor Jesús!!

domingo, 14 de noviembre de 2010

Iglesia Diocesana de Cartagena


Imagen: José Manuel Lorca Planes, Obispo de Cartagena.

Este domingo 14 de noviembre se celebra el Día de la Iglesia Diocesana de Cartagena.

Es tradición que el apóstol Santiago puso pie en España por el puerto de Cartagena. Aquí comenzó su predicación y aquí fundó la primera comunidad cristiana. Cuando parte hacia Guadix, deja al frente a su discípulo San Basilio, por tradición, y según afirma el Reverendo Pablo de San Nicolás en su obra “Antigüedades de España”, segundo obispo de Cartagena, quien en al año 57 alcanzará el martirio en Peñíscola . A San Basilio sucedió San Epeneto, discípulo de San Pedro, cuyo martirio en el año 64 sería relatado en los cronicones de Flavio Dextro (siglo IV-V).

La Iglesia diocesana, cuya demarcación territorial corresponde a la Región de Murcia, donde existen 292 parroquias, hace en este día memoria de sus actividades durante el año 2009 y rinde balance económico a la comunidad.

Así en el orden social a través de Cáritas se ha prestado asistencia a cerca de 100.000 personas en toda la región. Igualmente 45.000 personas has sido atendidas en los programas de asistencia a inmigrantes y refugiados, familias y jóvenes embarazadas, drogodependientes, o personas sin techo. Sólo en el comedor de Jesús Abandonado de Murcia, se sirven 900 comidas diarias. Igualmente se ha asistido a 3.650 personas en hospitales, ambulatorios, casas de ancianos, inválidos, minusválidos, orfanatos y guarderías.

Pero no todo queda en nuestras fronteras. Tenemos 116 misioneros, hombres y mujeres, por todo el mundo tratando de ayudar y llevar esperanza a los más pobres y necesitados del planeta.

En resumen una inmensa labor social, muchas veces ignorada, para dar cumplimento al mandato de Cristo: “Mandatum novum do vobis, ut diligatis invicem; sicut dilexi vos, ut et vos diligatis invicem” (Jn. 13,34)

domingo, 3 de octubre de 2010

Auméntanos la fe

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: "Auméntanos la fe".(Lc. 17,5)

Texto: José Antonio Pagola

Señor, auméntanos la fe. Enséñanos que la fe no consiste en creer algo sino en creer en ti, Hijo encarnado de Dios, para abrirnos a tu Espíritu, dejarnos alcanzar por tu Palabra, aprender a vivir con tu estilo de vida y seguir de cerca tus pasos. Sólo tú eres quien "inicia y consuma nuestra fe".

Auméntanos la fe. Danos una fe centrada en lo esencial, purificada de adherencias y añadidos postizos, que nos alejan del núcleo de tu Evangelio. Enséñanos a vivir en estos tiempos una fe, no fundada en apoyos externos, sino en tu presencia viva en nuestros corazones y en nuestras comunidades creyentes.

Auméntanos la fe. Haznos vivir una relación más vital contigo, sabiendo que tú, nuestro Maestro y Señor, eres lo primero, lo mejor, lo más valioso y atractivo que tenemos en la Iglesia. Danos una fe contagiosa que nos oriente hacia una fase nueva de cristianismo, más fiel a tu Espíritu y tu trayectoria.

Auméntanos la fe. Haznos vivir identificados con tu proyecto del reino de Dios, colaborando con realismo y convicción en hacer la vida más humana, como quiere el Padre. Ayúdanos a vivir humildemente nuestra fe con pasión por Dios y compasión por el ser humano.

Auméntanos la fe. Enséñanos a vivir convirtiéndonos a una vida más evangélica, sin resignarnos a un cristianismo rebajado donde la sal se va volviendo sosa y donde la Iglesia va perdiendo extrañamente su cualidad de fermento. Despierta entre nosotros la fe de los testigos y los profetas.

Auméntanos la fe. No nos dejes caer en un cristianismo sin cruz. Enséñanos a descubrir que la fe no consiste en creer en el Dios que nos conviene sino en aquel que fortalece nuestra responsabilidad y desarrolla nuestra capacidad de amar. Enséñanos a seguirte tomando nuestra cruz cada día.

Auméntanos la fe. Que te experimentemos resucitado en medio de nosotros renovando nuestras vidas y alentando nuestras comunidades.

domingo, 5 de septiembre de 2010

En torno a las vacaciones

El concepto de vacaciones, es ajeno a la inmensa mayoría de habitantes del planeta, acuciados por necesidades de primer orden. Pero en el mundo desarrollado, hemos hecho de las vacaciones algo absolutamente necesario e irrenunciable. Nuestras vacaciones nos permiten “desconectar”, de un tipo de vida y de trabajo que termina por resultarnos agobiante, al punto de que no son pocos los que sufren posteriormente de “síndrome post-vacacional”, al tener que reintegrarse a las tareas ordinarias.

Estamos terminando el verano, que es una estación clásica de vacaciones. Lo mejor de ellas es que nos ofrece la ocasión para romper con la rutina, para refugiarnos en un mundo más natural, más humano, más cercano, donde es posible charlar con los vecinos, practicar deportes al aire libre, viajar, disfrutar de una lectura sosegada, o de la simple observación del cielo estrellado. Es decir entramos en contacto con gentes y realidades distintas a las del resto de año, lo cual constituye, sin duda un enriquecimiento personal y espiritual.

Esto es así porque nos acercamos más a la realidad del hombre de hoy, del mundo de hoy que se encuentra inmerso en un cambio socio cultural sin precedentes. Y es precisamente en la medida en nos acercamos al hombre, que también nos acercamos a la auténtica realidad de Dios, descubriendo las falacias que puedan existir en nuestras propias formulaciones sociales y religiosas, al tiempo de descubrir, igualmente las falacias que las propuestas del mundo de hoy pueden encerrar.

Creo que fue León Tolstoi, quien dijo algo así : “Si dejas de creer en el dios de madera, no es porque no haya dios, sino porque el verdadero Dios, no es de madera”. Se trata por tanto de que nos olvidemos de nuestros dioses de madera y nos encontremos con el verdadero Dios. Un Dios, que mucho más allá de liturgias o de cánones doctrinales, encontraremos entre los pensamientos y sentimientos de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Solo entonces podremos ser testigos de un Dios absolutamente válido para el hombre del siglo XXI.

Pero para ello hemos de revestirnos del traje de la humildad, pues no nos viene mal recordar las palabras del Libro de la Sabiduría: “¿Qué hombre podrá conocer la voluntad de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere? (....) Y ¿quién habría conocido tu voluntad, si tú no le hubieses dado la Sabiduría y no le hubieses enviado de lo alto tu santo espíritu?. Sólo así se enderezaron los caminos de los moradores de la tierra, así aprendieron los hombres lo que te agrada y gracias a la Sabiduría se salvaron.” (Sab. 9, 13-18)

domingo, 4 de julio de 2010

La Paz



Venimos reflexionando en este blog, sobre la doctrina de Cristo, que es, en definitiva, la doctrina del amor y aquellos caracteres que derivan de este concepto supremo del amor. Hoy hablamos de la paz.

Las paz es una bandera que se levanta hoy en toda sociedad, una palabra que llena las bocas de mucha gente, pero que está muy lejos de ser alcanzada y por la que, en realidad, muy pocos trabajan.

Como siempre nos planteamos la responsabilidad individual de cada persona en la sociedad actual en ese trabajo por la paz. Como siempre no nos vale aquello de “¿qué puedo hacer yo?....¡nada!”. Porque para trabajar por la paz hemos de empezar haciéndolo por los círculos más cercanos.

En primer lugar la paz con uno mismo. Para ello es necesario tener clara conciencia de nuestros deberes y responsabilidades y una capacidad de respuesta a los mismos. La paz interior hay que trabajarla cada día haciendo frente a los hechos cotidianos con determinación y con amor.

Solo entonces habremos de buscar la paz en los sucesivos círculos. La paz con la familia, con los amigos, con los compañeros de trabajo, con los vecinos, y sucesivamente, la paz con los extraños, con los nacionales, con los extranjeros. La paz como objetivo universal.

Las tres lecturas litúrgicas de este domingo XIV del Tiempo Ordinario (ciclo c), tienen una palabra en común: paz. El profeta Elías en su capítulo 16 pone en boca del Señor: Yo haré derivar hacia ella (Jerusalem), como un río, la paz. San Pablo en el capítulo 6 de su carta a los gálatas, invoca: la paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma(glorificación el cruz de Cristo). El capítulo 10 del Evangelio de San Lucas nos acerca las palabras de Cristo: Cuando entréis en una casa decir primero: Paz en esta casa”.

Al terminar la Eucaristía, el oficiante se despide “Podéis ir en paz”. En paz para difundir la paz, para entregarla como regalo con cuantas personas nos crucemos, para trabajar por ella. En el Sermón de la Montaña, la afirmación de Cristo fue rotunda: Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.

domingo, 13 de junio de 2010

Conciencia de culpa

“¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?” (Lc 6, 37-42)

Hablaba en los anteriores comentarios del hombre como ser libre y de la responsabilidad que dicha libertad conlleva. Hoy quiero referirme al hecho de que todos en mayor o menor medida, en algún momento hacemos mal uso de esa libertad y no sabemos asumir la responsabilidad de nuestros propios errores.

Y este es un hecho bastante común en nuestro mundo de hoy. Difícilmente tomamos conciencia de nuestras propias culpas. De cualquier cosa que pueda suceder siempre encontramos, circunstancias o comportamientos ajenos que limitan nuestra responsabilidad.

Craso error. Si realmente buscamos nuestra propia integridad moral, hemos de saber reflexionar y tomar conciencia de nuestros propios errores, en definitiva de nuestros pecados, asumiendo toda la culpa que encierran. Errores y pecados que cometemos cada día. Por el trabajo mal realizado, por las palabras mal pronunciadas, por lo que podía hacer y no hice, por lo que podía remediar y no remedié, por mi irresponsabilidad, por mi inconstacia, por mi falta de compromiso, por mi desamor.

Tomar conciencia de nuestro fallo, de nuestro pecado es el punto de partida para poder poner remedio. Pedir perdón es la base para obtenerlo. La liturgia de hoy domingo nos acerca a un Dios dispuesto al perdón. Un perdón que viene de la mano de una fe viva, transformada en amor: "Sus muchos pecados le son perdonados porque tiene mucho amor" (Lc. 7,47)

sábado, 5 de junio de 2010

Responsabilidad

Hablaba en mi anterior comentario del hombre como ser libre por propia naturaleza, siendo esta libertad sancionada por Dios, que “deja al hombre en manos de su propia decisión” (Vaticano II-Gaudium et Spes, n. 17)

Pues bien, una consecuencia inmediata de la libertad es la responsabilidad. La libertad hace al hombre responsable de sus actos en la medida en que estos son voluntarios.

La cultura de nuestra época rehuye de definiciones clásicas de valores éticos y morales y por ello podría llegarse a considerar la responsabilidad como una limitación de la propia libertad. Sin embargo desde mi punto de vista es precisamente al contrario. Debemos considerar la responsabilidad no como una forma de “deber”, sino como una opción libre por la que aceptamos el desafío de la vida de una forma activa de manera que nuestra autorrealización está ligada a la asunción de este principio de responsabilidad.

Hablo, por supuesto de responsabilidad individual y colectiva. Individual en nuestra relación con los demás, con la familia, con los amigos, con los compañeros, con los vecinos. En nuestro trabajo, buscando la calidad, la eficiencia y el buen resultado. En los distintos aconteceres de cada día, en nuestro ocio, en nuestro lenguaje, en definitiva en todo. Colectivamente en la defensa de los grandes valores, la paz, la justicia social, los derechos humanos, la biodiversidad, el equilibrio ecológico.....

Si no damos respuesta a nuestra responsabilidad, escucharemos la misma pregunta que escuchó Adán tras el pecado en el paraíso: "¿Qué has hecho?" (Gn 3,13).

domingo, 23 de mayo de 2010

Pluralidad y respeto

Dios hizo al hombre libre. Y esa libertad es una característica universal. Y en virtud de tal condición, venimos obligados a reconocer y mimar la libertad de los demás, antes incluso que la nuestra propia. Libertad sin más limitaciones que las propias de la libertad de los otros. Por tanto libertad de pensamiento, de credo, de expresión, de decisión,.... se constituyen en base de la convivencia de cualquier sociedad y forman parte de la declaración Universal de los Derechos Humanos.

Avanzamos sen el siglo XXI y nuestras sociedades son cada día más plurales, tanto por el hecho de acoger en sus territorios gentes venidas de lejanos países, como por el desarrollo de las propias ideas de libertad, que han roto la homogeneidad de cada grupo social o territorial. Esta pluralidad debemos verla como como algo enriquecedor y positivo. Pluralidad que trae consigo una condición esencial: el respeto. Y es en este punto donde hemos de poner especial cuidado. Porque nos llenamos la boca de la palabra respeto y en ocasiones caemos en la intolerancia con ideas distintas a las nuestras. Y esa intolerancia nos convierte en agresivos. Con demasiada facilidad adjetivamos negativamente a personas e ideas que nos son ajenas. Con demasiada facilidad buscamos la descalificación del opuesto, en base a frágiles argumentos, que en realidad solo vendrían a demostrar nuestra propia inseguridad. El respeto se demuestra con la tolerancia, base de la convivencia; un respeto que viene reconocido en la Biblia desde el Antiguo hasta el Nuevo Testamento. Recordemos aquel versículo: "En mi alianza con él se hablaba de vida y de paz, y se las concedí; se hablaba también de respeto y él me respetó" (Malaquías 2,5).

En este domingo de Pentecostes hagamos una llamada al Espíritu Santo para que sople sus dones sobre nosotros y nos infunda la fuerza moral necesaria para reconvertirnos al "Reino de Dios". Al reino de hombres libres, para el que Cristo nos liberó, y en función de ello nos haga avanzar en el respeto y la tolerancia hacia los demás.

domingo, 9 de mayo de 2010

Pederastia clerical

Siempre es repugnante cualquier tipo de abusos sobre niños. Conocido es que permanentemente levanto mi bandera en defensa de los derechos del niño; empezando por el derecho a la vida y siguiendo por su derecho a alimentarse, a la sanidad, a la familia, a jugar, a recibir educación, a no ser explotados laboralmente, a no participar en guerra alguna......

Por eso no es necesario que busque adjetivos para calificar los numerosos casos de pederastia clerical, que han salido a la luz últimamente. Todos los adjetivos serían cortos para describir mi parecer. Sobre todo cuando se da el agravante de ser cometidos por personas que visten ropa talar.

Pero solo quería decir una cosa. Me parece muy grave la actitud de la jerarquía eclesíastica de tratar de tapar estos casos. El Vaticano ha reaccionado demasiado tarde y a remolque de los acontecimientos y de la opinión pública. Bien sabe Dios que soy severamente crítico con determinadas posturas de la jerarquía, que en mi opinión se alejan del espíritu del Evangelio. Si la renovación eclesial es siempre necesaria para mantener la fidelidad al Espíritu, sobre determinadas cuestionas se hace ahora urgente.

Sobre esa equívoca política de encubrimiento, me gustaría recordar las palabras de una santa mujer del siglo XIV, Santa Catalina de Siena: "¡Basta de silencios!¡Gritad con cien mil lenguas! porque, por haber callado, ¡el mundo está podrido!"

domingo, 25 de abril de 2010

Ciudad de vida y muerte


Esta semana he disfrutado de unas pequeñas vacaciones que me han ofrecido la oportunidad de ver la película china triunfadora en el último Festival de San Sebastián, "Ciudad de vida y muerte" de Lu Chuan. Esta película recrea los acontecimientos históricos conocidos como "La masacre de Nanking"; esto es, la toma de la antigua capital china por el ejército japonés en 1937, y las posteriores atrocidades sin límite cometidas por los vencedores, desprovistos de más elemental humanismo. Así más de 20.000 mujeres fueron violadas y la cifra total de muertos fue de unos 300.000. Algo que dicho en números es demasiado frio, para la magnitud del hecho.

Pero no trato en este blog de hacer crítica cinematográfica. Simplemente reflexionar muy brevemente a la luz de esta película sobre hasta donde puede llegar la crueldad humana. Porque la película en definitiva es una radiografía de la crueldad que es la guerra. Y desde la más remota historia toda guerra acabó por desarrollarse más o menos de la misma manera. Con vencedores atropellando al vencido hasta donde es difícil imaginar.

Estamos en el siglo XXI. Posiblemente la peor de la guerras quizá no haya llegado todavía. Y me viene a la cabeza aquellas palabras de Cristo: "Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios" (Mt. 5,9).

jueves, 22 de abril de 2010

Buscando la cruz

Alexandro Prontazo es un cura italiano, que usa de la pluma para divulgar los valores evangélicos. De sus escrito extraigo esta anécdota, por considerarla suficientemente ilustrativa:

"Un día caí en un santuario famoso, mezclado en una peregrinación de personas económicamente acomodadas en los escalones más altos. Al atardecer se celebraba un solemne viacrucis a través de un itinerario trazado en el parque. El honor de llevar la cruz le tocó a un piadoso y rico propietario de tierras y negocios. A la hora establecida nos dimos cuenta, con admiración, de que no teníamos a mano una cruz que había que cargar sobre las devotas espaldas. Todos intentaron remediar aquel inconveniente. Todos se mostraron muy diligentes. Hubo una desbandada general, provocada por la búsqueda de una cruz. Pero nadie supo donde encontrarla. La cosa, es menester reconocerlo, tenía un aspecto cómico. Se me ocurrió aconsejar entonces:

-Buscad a un pobre. Vosotros los ricos tenéis que ir a buscar la cruz, pero los pobres la tienen siempre sobre sus espaldas.

No creí oportuno insistir, para no estropear definitivamente la fiesta o, mejor dicho, el viacrucis. Pero el episodío puede valer como símbolo y comentario de la implacable actitud de Jesús frente a las riquezas"

sábado, 17 de abril de 2010

En busca de la alegría

El tiempo pascual es tiempo de alegría. Por ello cuando el pasado domingo cerrábamos la octava de Pascua, un domingo que se denominó en la Iglesia antigua como “in albis” en alusión a las vestiduras blancas que los nuevos bautizados habían llevado durante toda la semana, reflexioné sobre el sentido y el significado de la alegría, así como su plasmación en nuestra vida diaria.

Lo primero que se viene al pensamiento es que vivimos un mundo y una época preñada de miserias, de intolerancias, de violencias, de consumismo, de injusticias, de corrupciones, de hedonismo, de venganzas, de mafias...... Entonces ¿le queda algún espacio a la alegría?.

El dolor y la alegría son inherentes a la propia existencia del hombre. Desde los dolores de parto, hasta los estertores de la muerte, siempre hay penalidades que afectan a todo ser humano, que se alternan con motivos gozosos. Sin embargo es la forma en que afrontamos esos momentos de dolor, lo que nos dará la impronta para vivir desde la alegría.

Porque en definitiva la alegría es un carácter, una forma de ser y existir, es un decantarse por lo positivo para germinar en un talante absolutamente nuevo y distinto de afrontar nuestro día a día. Allá donde hay alegría, no hay lugar para envidias, violencias, injusticias. La alegría abandera la libertad frente a la servidumbre, la aceptación frente a la intransigencia, la actividad frente a la indolencia, la amabilidad frente al gesto adusto, el blanco frente al negro.

Contaban del llorado actor mexicano “Pompin” Iglesias, que lo primero que hacía todas las mañanas aun antes de abrir los ojos era sonreir. Y el propio Charles Chaplin decía “Estoy siempre alegre; esa es la manera de solucionar los problemas de la vida”.

Científicamente se ha demostrado que la risa franca aporta vitalidad a nuestro organismo, reduce las tensiones, el insomnio, contribuye a aliviar el dolor y es saludable en cualquier proceso. La alegría engendra alegría, contribuyendo a mejorar nuestro entorno y nuestras relaciones humanas. Y es que como he oído decir alguna vez “La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz”.

Para el cristiano, el Evangelio es la “Buena Nueva”, que nos transmite la fe, la esperanza y con ella la alegría. Quien vive su fe con tristeza y abatimiento, no ha comprendido bien el núcleo del mensaje de Jesús. El creyente habrá de transformar los problemas y padecimientos en fuente de alegría, como dice San Pedro en su primera epístola: «Alegraos en la medida en que participáis de los sufrimientos de Cristo, para que también os alegréis alborozados en la revelación de su gloria» (1Pe 4,13.)

viernes, 19 de marzo de 2010

Cartagena y el Cura Valera

Con ocasión del llamdado "Día del seminario" traigo hasta este blog la figura de un sacerdote ejemplar: el cura Valera.

Salvador Valera Parra (Huércal-Overa, 1816-1889), conocido como “el cura Valera” llegó a Cartagena en 1864 como ecónomo del Curato de la ciudad. Hijo de modestos labradores, se ordenó sacerdote en 1840, ejerciendo como capellán en Huércal-Overa. Como sea que su vocación sacerdotal va mucho más allá de actos litúrgicos y pone todo su empeño en pisar la calle para atender a los más necesitados, llegan a acusarle ante el obispado por “liberal”. El obispo, atento a la realidad y al sentir popular, desestima esas acusaciones.

Al llegar a Cartagena se instala en el antiguo Hospital de Caridad. Durante su estancia de cuatro años en la ciudad, se tiene constancia de tres hechos destacados:

Aquí asiste a la epidemia de cólera de 1865,. Impulsado por su natural de atender a quienes pueden necesitarle, no tiene ningún reparo en asistir con heroísmo y amor a los enfermos, por lo que posteriormente el Ayuntamiento le regalaría un cáliz de plata en reconocimiento. Este cáliz aún se conserva en la iglesia parroquial de Huércal-Overa. Asimismo la reina Isabel II le concede la Cruz de la Orden de Carlos III.

Otro hecho recordado tiene lugar con ocasión de un violento motín en el penal, durante el mes de Agosto de 1868. El cura Valera, que siempre se mostró cercano a los penados, no duda en ofrecerse como interlocutor, consiguiendo que los presos depongan su actitud, sin ser represaliados por las autoridades carcelarias.

Finalmente el hecho más comentado de la época tuvo lugar en el 26 de Septiembre de 1868, cuando llega a Cartagena a bordo de la fragata Zaragoza el general Prim. En aquel momento las autoridades decidieron que repicaran las campanas de las iglesias, pero aún no había sido avisado el cura Valera cuando ante el asombro de todos, las campanas empezaron su repiqueteo anunciando el acontecimiento, lo que se consideró como un hecho milagroso. Enterado el general Prim del hecho y de las virtudes que atesoraba el cura Valera, pidió conocer al párroco, proponiéndole para cargos más elevados en la Corte. Pero el cura Valera no aspiraba a cargos, ni dineros, ni influencias, ni galas, ni honras. Quien era amigo de pobres y enfermos, quien dormía en el suelo por ceder su cama, quien comía parcamente, quien vivía pobre porque daba todo lo que tenía, no podía ahora vestir sedas ni vivir en palacios. Por ello rehusó esas proposiciones y tan solo pidió su traslado a su pueblo natal, Huércal-Overa, donde, ya muy anciana, aún vivía su madre. Y allí volvió como párroco, donde tras largos años de entrega pastoral, murió en olor de santidad el día 15 de Marzo de 1889 a los 73 años.

En el número especial que el diario de Huércal-Overa, “El Almanzora”, le dedica el día 24 de Marzo de 1889 pudo leerse: “En la conciencia de todos los que han conocido al virtuoso y nunca bien llorado cura Don Salvador Valera, está indeleblemente gravado que ocupa ya un señalado puesto entre los santos: todos lo creemos sin excepción alguna”

En 1944 la diócesis de Cartagena incoa un proceso de beatificación que no culmina, por lo que en 1962 se inicia un nuevo proceso por la diócesis de Almería. Este proceso se toma impulso de forma definitiva a partir de 1986 apoyado por la “Asociación Pro Beatificación del Cura Valera” erigida en 1988. De su mano el cura Valera cuanta ahora con su propia página web:

http://www.curavalera.org/

domingo, 14 de marzo de 2010

reconciliatio

Cuaresma: Tiempo de Reconciliación

No admite controversia el grito de San Pablo : “En nombre de Cristo, os pedimos que os reconciliéis con Dios” (II Corintios, 5,20)

Pero...¿acaso puedo necesitar reconciliarme con un Dios contra el que no me he manifestado?. La respuesta nos la da el apóstol San Juan cuando nos avisa: "Si decimos: `no tenemos pecado', nos engañamos y la verdad no está en nosotros" (1 Jn 1,8).

¿Entonces qué significa reconciliarse con Dios?. Para mi está claro: Reconocer en qué puntos nuestra conducta de cada día se desvía de la moral divina, de la llamada Ley Natural. La Ley Natural es una ley no escrita, de la que ya nos hablaba Aristóteles y que dicta a una a conciencia suficientemente formada, lo que éticamente es bueno o perverso. El Cristianismo tiende a asimilar la Ley Natural con la llamada Ley de Dios. Por tanto toda desviación de la Ley de Dios, es lo que podríamos considerar pecado.

¿Cuándo nos apartamos de la Ley de Dios? Evidentemente cuando nos olvidamos de una serie de principios básicos.

Así cuando atentamos contra la libertad: Dios crea al hombre libre y esa libertad no debe ser violentada. “¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero: desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo?” (Isaías, 58,6)

Cuando atentamos contra la justicia y los derechos humanos: “En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del Diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano” (I Juan, 3,10)

Cuando nos olvidamos de la misericordia para con el prójimo, siendo esta una de la más reconocidas características de Dios: “pues como es su grandeza, tal su misericordia”. (Eclesiástico, 2,18).

Cuando nos asociamos con la avaricia tantas veces condenada por Cristo que nos invita a una fraternal comunicación de bienes, o la soberbia : “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt. 11,29).

Cuando justificamos la violencia, “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mt. 5,9)

Cuando volvemos el rostro a la esperanza a la que nos llama la resurrección de Cristo, y sembramos tristeza en vez de alegría: “ el Padre de la gloria, os conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle perfectamente; iluminando los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a que habéis sido llamados” (Efesios, 1,17-18)

Cuando atentamos contra la vida, integridad o dignidad del ser humano: “No matarás” (Éxodo, 20,13))

Cuando, en definitiva atentamos contra el amor, núcleo central de la fe cristiana: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros, como yo os he amado” (Juan, 13,34).

Y porque no somos fieles a estos principios necesitamos de la reconciliación

domingo, 28 de febrero de 2010

Caput Cuadragesimae

Cuaresma. Tiempo de Conversión

"Confitemini Domino, quoniam bonus, quoniam in saeculum misericordia eius" (Dn. 3,89)

Entramos en el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Hemos asistido a la imposición de la ceniza. Es este un rito puramente simbólico. Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión. Los yoguis hindúes cubren de ceniza sus cuerpos representando su renuncia al mundo físico. Ejemplos como éstos, los hay en todas las culturas.

Tras el Concilio Vaticano II, el ritual de la cenizas cambia la anterior sentencia del Génesis (3,19) “pulvis es et in pulverem reverteris”, por las palabras pronunciadas por Cristo en el inicio de su vida pública: “Conviértete y cree en el Evangelio” (Mc. 1,15). Se pasa del temor al amor. De la amenaza a la invitación. De la tristeza, a la alegría de la Buena Noticia. La “conversión” debe sacarse del fanal del lenguaje religioso y debe encarnarse en la vida real: convertirse es desprenderse de cuanto de inútil nos hemos ido proveyendo en el camino, para intentar descubrir el verdaderos rostro de Dios. Nadie vio jamás el rostro de Dios. Pero Cristo nos dice “Quien me ha visto a mi, ha visto al Padre” (Jn. 14,9).

Por tanto nuestra conversión ha de tratar de buscar el auténtico rostro de Cristo. ¿dónde encontrarlo?. Ahondemos en las palabras de Cristo. “Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de Dios” (Mt. 5,3). ¿ Y donde identificamos a los pobres?. Sin duda en cada ser humano que nos necesita. En quienes padecen hambre, en los niños maltratados o explotados, en las víctimas de la guerra y la violencia, en las mujeres explotadas sexualmente, en los desplazados y refugiados, en los emigrantes, en los enfermos, en....

Nos lo confirma la voz del profeta Isaías (58, 6-7): "El ayuno que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne".

La mejor penitencia, la mejor forma de redimir nuestras culpas es entregarnos con toda fe a la Buena Noticia, a la propuesta que Dios nos hace en Cristo. De esta forma renovaremos nuestro espíritu en espera de la noche santa de la Resurrección. La Pascua meta final de la Cuaresma, nos traerá a través de una fe basada en el amor, la luz de la Esperanza

Publicado inicialmente en fotohoo el día 18/02/2010

Profetas

Cuando hablamos de profetas, un buen número de personas entienden que hablamos de gentes que dicen conocer el futuro o quizá de aquellos viejos profetas del Antiguo Testamento. Nada más lejos de la realidad. Profeta es aquel que habla en nombre de Dios. Es fácil comprender que no cualquiera puede ser profeta. Para ser profeta se necesita la llamada de Dios: “Antes de formarte en el vientre, te escogí” (Jer. 1,4). No basta por tanto con vestir ropa talar o revestirse de dignidad eclesiástica.

Una característica del Profeta es la inquietud permanente por la renovación, para que no nos complazcamos en nuestras propias obras. Profeta no es solo aquel que pacifica, sino aquel que rompe el inmovilismo y la confortabilidad y denuncia la injusticia, la incoherencia, la pereza o el desamor.

Pero la pregunta inmediata es ¿Existen hoy los profetas?

Por supuesto que existen. Son esos centenares, miles, cientos de miles, millones de creyentes anónimos, que en el rincón más perdido del planeta socorren al ser humano, le procuran alimento, le proporcionan ayuda sanitaria, le dan educación, le acercan la justicia, le salvaguardan sus derechos básicos, le protegen de la violencia, le garantizan la paz, le procuran desarrollo para vencer la pobreza. Aquellos que de palabra o de obra hacen realidad sobre la Tierra el ser íntimo de Dios: el amor. Porque “Dios es amor” (1ª Jn. 4,8).

La cara contraria nos la ofrecen los falsos profetas. Muchos de ellos desde sus poltronas de gobierno o tras el báculo eclesial. Aquellos a los que aludía el profeta Jeremías: “Como una jaula llena de pájaros, así están sus casas llenas de engaño. Por eso se convierten en ricos y poderosos” (Jer. 5,27)

Publicado inicialmente en fotohoo el día 31/01/2010

El significado de Jesús

"Jesús volvió a Galilea, con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan. Fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el Libro del Profeta Isaías y desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:--“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor".

Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba, y se sentó.Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:-- Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír.
(Lucas, 4,14-21)

COMENTARIO

Autor: JOSÉ ANTONIO PAGOLA
Fuente: http://www.eclesalia.net

Antes de comenzar a narrar la actividad de Jesús, Lucas quiere dejar muy claro a sus lectores cuál es la pasión que impulsa al Profeta de Galilea y cuál es la meta de toda su actuación. Los cristianos han de saber en qué dirección empuja a Jesús el Espíritu de Dios, pues seguirlo es precisamente caminar en su misma dirección.

Lucas describe con todo detalle lo que hace Jesús en la sinagoga de su pueblo: se pone de pie, recibe el libro sagrado, busca él mismo un pasaje de Isaías, lee el texto, cierra el libro, lo devuelve y se sienta. Todos han de escuchar con atención las palabras escogidas por Jesús pues exponen la tarea a la que se siente enviado por Dios.

Sorprendentemente, el texto no habla de organizar una religión más perfecta o de implantar un culto más digno, sino de comunicar liberación, esperanza, luz y gracia a los más pobres y desgraciados. Esto es lo que lee. «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor ». Al terminar, les dice: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír».

El Espíritu de Dios está en Jesús enviándolo a los pobres, orientando toda su vida hacia los más necesitados, oprimidos y humillados. En esta dirección hemos de trabajar sus seguidores. Ésta es la orientación que Dios, encarnado en Jesús, quiere imprimir a la historia humana. Los últimos han de ser los primeros en conocer esa vida más digna, liberada y dichosa que Dios quiere ya desde ahora para todos sus hijos e hijas.

No lo hemos de olvidar. La "opción por los pobres" no es un invento de unos teólogos del siglo veinte, ni una moda puesta en circulación después del Vaticano II. Es la opción del Espíritu de Dios que anima la vida entera de Jesús, y que sus seguidores hemos de introducir en la historia humana. Lo decía Pablo VI: es un deber de la Iglesia "ayudar a que nazca la liberación...y hacer que sea total".

No es posible vivir y anunciar a Jesucristo si no es desde la defensa de los últimos y la solidaridad con los excluidos. Si lo que hacemos y proclamamos desde la Iglesia de Jesús no es captado como algo bueno y liberador por los que más sufren, ¿qué evangelio estamos predicando?, ¿a qué Jesús estamos siguiendo?, ¿qué espiritualidad estamos promoviendo? Dicho de manera clara: ¿qué impresión tenemos en la iglesia actual?, ¿estamos caminando en la misma dirección que Jesús?

Publicado inicialmente en fotohoo el día 23/01/2010

Tiempo para la esperanza

En la mitología griega, al abrirse la caja de Pandora, todos los males se extendieron por el mundo, quedando en dicha caja solo la esperanza. Desde entonces, y muy especialmente en nuestros días, no son pocos quienes, asaltados por las innumerables circunstancias que rodean la vida, como la violencia, la pobreza, la injusticia, la corrupción, la falta de libertad, la demagogia de los gobernantes, la mentira, el miedo, la destrucción del medio natural, el cambio climático ......... caen en la desesperanza, y el catastrofismo, concluyendo en que nada se puede hacer, lo que conlleva una actitud pasiva ante todos los problemas y en un simple sobrevivir lo mejor que se pueda al margen de todo ello.

He ahí el error. Ignoramos la fuerza y la influencia que el ser humano puede ejercer sobre la clase dominante para impulsarle a buscar soluciones, que sin duda, las hay. Ignoramos lo poco o mucho que cada uno de nosotros puede hacer mirando a su alrededor para aportar pequeñas soluciones a grandes inquietudes. Ignoramos que no basta con quejarnos, que hemos de salir al encuentro de cada problema, y afrontarlo con decidido espíritu de laboriosidad.

Iniciamos el tiempo de Adviento, un tiempo para la reflexión y sobre todo para la esperanza. Pero hemos de entender la esperanza en positivo, en activo, no como un mero acto de “esperar” cruzados de brazos, sino muy al contrario, trabajando cada día para hacerla realidad. Pues el concepto esperanza supera al de confianza, a fiarse-con, a tener fe, una fe que, precisamente, puede sustentar la esperanza.

Una curiosa versión de la antigua mitología concluye en que la caja de Pandora no contenía todos los males, sino al contrario, los bienes, pues la esperanza no podía estar dentro de la misma caja con los males. Al abrirla los humanos perdimos todos los bienes. Por tanto nuestro objetivo sería recuperar esos bienes, para lo cual disponemos de aquel que no nos abandonó: la esperanza.

La esperanza se da la mano con la fe y el amor, La conjunción de esta trilogía de virtudes nos han de impulsar a trabajar por el Reino de Dios. El reino del amor y la justicia. Solo desde este punto cobran sentido las palabras de San Pablo a los Tesalonicenses que leemos en la liturgia de este día: “Proceded así y seguir adelante....para que cuando Jesús nuestro Señor, vuelva acompañado de sus santos, os presentéis santos e irreprochables ante Dios nuestro Padre”.

El adviento cobra así su auténtico sentido, gritando con San Juan en las palabras con que cierra el Apocalipsis y por tanto la Biblia . ¡VEN SEÑOR JESÚS!

Publicado inicialmente en fotohoo el día 29/11/2009

sábado, 27 de febrero de 2010

PAX ET BONUM. San Francisco de Asís

4 de Octubre: Festividad de San Francisco de Asís

La imagen de Gioto representa a San Francisco orando en San Damián, donde tiene una visión. La voz de Cristo le apremia. "Francisco, repara mi iglesia; ¿no ves que se hunde?". Pero no se refería al edificio, sino a la propia institución.

Francisco es llamado a abanderar una profunda renovación espiritual. Francisco de Asís (1182-1226), nacido en el seno de una familia burguesa, conoce en su juventud las ansias mundanas. Participa en 1202 en la guerra Perusa y Asís, donde cae prisionero. En 1205 Francisco parte para la Pulla, enrolado en el ejército, pero en Espoleto tiene el sueño que da otro rumbo a su vida y le hace volver a Asis, e inicia una nueva forma de vida como penitente. En 1208 se unen a Francisco los tres primeros compañeros: Bernardo de Quintavalle, Pedro Cattani y Gil de Asis.

En 1209 Francisco hace escribir la Regla que el Señor le habia inspirado. Acompañado de sus primeros 11 discípulos parte para Roma. Inocencio III les aprueba su pequeña regla y les autoriza para predicar. Es el origen de la orden franciscana, que este año conmemora su VIII centenario.

Cántico al hermano sol o Cántico de las criaturas de San Francisco de Asís:

Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor, tuyas son la alabanza, la gloria y el honor; tan sólo tú eres digno de toda bendición, y nunca es digno el hombre de hacer de ti mención.

Loado seas por toda criatura, mi Señor, y en especial loado por el hermano sol, que alumbra, y abre el día, y es bello en su esplendor, y lleva por los cielos noticia de su autor.

Y por la hermana luna, de blanca luz menor, y las estrellas claras, que tu poder creó, tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son, y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!

Y por la hermana agua, preciosa en su candor, que es útil, casta, humilde: ¡loado, mi Señor! Por el hermano fuego, que alumbra al irse el sol, y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado mi Señor!

Y por la hermana tierra, que es toda bendición, la hermana madre tierra, que da en toda ocasión las hierbas y los frutos y flores de color, y nos sustenta y rige: ¡loado, mi Señor!

Y por los que perdonan y aguantan por tu amor los males corporales y la tribulación:¡felices los que sufren en paz con el dolor, porque les llega el tiempo de la consolación!

Y por la hermana muerte: ¡loado, mi Señor! Ningún viviente escapa de su persecución;¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!

¡No probarán la muerte de la condenación! Servidle con ternura y humilde corazón. Agradeced sus dones, cantad su creación. Las criaturas todas, load a mi Señor. Amén.

(Publicado inicialmente en fotohoo el 04/10/2009)

Dia Internacional del Voluntariado

Hoy, 5 de Diciembre se celebra el Día Internacional del Voluntariado. En nuestro mundo de hoy, lleno de intereses dinerarios que derivan en violencia, hambre, enfermedades, injusticias, demagogias, corrupciones...... surge el contrapunto de la figura del voluntario.

El voluntario es la persona, que por propia decisión, dedica una parte de su tiempo y de su actividad a la acción solidaria y altruista, sin percibir ninguna remuneración por ello.

Los voluntarios abarcan muy distintos campos, desde los puramente sociales (desarrollo, pobreza, marginación, salud, emigración, refugiados....) hasta actividades medio ambientales, culturales, de derechos humanos....

Esta semana se ha celebrado en Murcia, el XII Congreso Estatal del Voluntariado, donde el Príncipe de Asturias, D. Felipe de Borbón, tuvo un recuerdo para los tres cooperantes catalanes secuestrados en Mauritania, cuyo ejemplo "nos estimula, enriquece y nos hace crecer como personas".

Asímismo ayer viernes, se entregaron los Premios Estatales del Voluntariado. Son cuatro nombres. Podrían ser muchísimos más, pues detrás de cada voluntario hay un ejemplo.

Pero merece la pena nombrarlos (ya que no aparecen en la prensa ni en la televisión), en homenaje a ellos y a cuantos trabajan incansablemente en esos objetivos humanos. Los premiados fueron:

Raúl Viana Valle guadalajareño que lleva más de dos décadas de trabajo desinteresado favor de las familias con personas drogodependientes y colectivos en situación de exclusión social.

María Luisa Álvarez Barrio, de Manos Unidas Toledo, por su apoyo a personas con discapacidad.

Josep Plá, presidente de la Asociación de familias con niños oncológicos del hospital materno-infantil Vall d'Hebron (ANFANOC).

Cristina García Fernández, voluntaria de la fundación ADSIS, que durante más de quince años promueve programas de voluntariado en doce provincias dedicado a los marginados.

Termino con una frase de quien ha sido uno de los grandes referentes humanitarios del siglo XX: Teresa de Calcuta "Sé bien y lo saben cada una de mis hermanas, que lo que realizamos es menos que una gota en el océano. Pero si la gota le faltase, el océano carecería de algo."

(Publicado inicialmente en fotohoo, en fecha 05/12/2009)