Dios hizo al hombre libre. Y esa libertad es una característica universal. Y en virtud de tal condición, venimos obligados a reconocer y mimar la libertad de los demás, antes incluso que la nuestra propia. Libertad sin más limitaciones que las propias de la libertad de los otros. Por tanto libertad de pensamiento, de credo, de expresión, de decisión,.... se constituyen en base de la convivencia de cualquier sociedad y forman parte de la declaración Universal de los Derechos Humanos.
Avanzamos sen el siglo XXI y nuestras sociedades son cada día más plurales, tanto por el hecho de acoger en sus territorios gentes venidas de lejanos países, como por el desarrollo de las propias ideas de libertad, que han roto la homogeneidad de cada grupo social o territorial. Esta pluralidad debemos verla como como algo enriquecedor y positivo. Pluralidad que trae consigo una condición esencial: el respeto. Y es en este punto donde hemos de poner especial cuidado. Porque nos llenamos la boca de la palabra respeto y en ocasiones caemos en la intolerancia con ideas distintas a las nuestras. Y esa intolerancia nos convierte en agresivos. Con demasiada facilidad adjetivamos negativamente a personas e ideas que nos son ajenas. Con demasiada facilidad buscamos la descalificación del opuesto, en base a frágiles argumentos, que en realidad solo vendrían a demostrar nuestra propia inseguridad. El respeto se demuestra con la tolerancia, base de la convivencia; un respeto que viene reconocido en la Biblia desde el Antiguo hasta el Nuevo Testamento. Recordemos aquel versículo: "En mi alianza con él se hablaba de vida y de paz, y se las concedí; se hablaba también de respeto y él me respetó" (Malaquías 2,5).
En este domingo de Pentecostes hagamos una llamada al Espíritu Santo para que sople sus dones sobre nosotros y nos infunda la fuerza moral necesaria para reconvertirnos al "Reino de Dios". Al reino de hombres libres, para el que Cristo nos liberó, y en función de ello nos haga avanzar en el respeto y la tolerancia hacia los demás.
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Creo que hay mucha gente que exige tolerancia y respeto y no sabe dar esa tolerancia y ese respeto. A veces sus argumentos se caen por los suelos pq no saben respetar pero si exigir respeto. La verdad es que me ha resultado hasta gracioso en ciertas ocasiones en las que he visto argumentos de personas que no saben respetar pero si exigir respeto.
ResponderEliminarTanto la tolerancia como el respeto, empieza por tolerar y respetar al de orilla. BESOS
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