domingo, 13 de junio de 2010

Conciencia de culpa

“¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?” (Lc 6, 37-42)

Hablaba en los anteriores comentarios del hombre como ser libre y de la responsabilidad que dicha libertad conlleva. Hoy quiero referirme al hecho de que todos en mayor o menor medida, en algún momento hacemos mal uso de esa libertad y no sabemos asumir la responsabilidad de nuestros propios errores.

Y este es un hecho bastante común en nuestro mundo de hoy. Difícilmente tomamos conciencia de nuestras propias culpas. De cualquier cosa que pueda suceder siempre encontramos, circunstancias o comportamientos ajenos que limitan nuestra responsabilidad.

Craso error. Si realmente buscamos nuestra propia integridad moral, hemos de saber reflexionar y tomar conciencia de nuestros propios errores, en definitiva de nuestros pecados, asumiendo toda la culpa que encierran. Errores y pecados que cometemos cada día. Por el trabajo mal realizado, por las palabras mal pronunciadas, por lo que podía hacer y no hice, por lo que podía remediar y no remedié, por mi irresponsabilidad, por mi inconstacia, por mi falta de compromiso, por mi desamor.

Tomar conciencia de nuestro fallo, de nuestro pecado es el punto de partida para poder poner remedio. Pedir perdón es la base para obtenerlo. La liturgia de hoy domingo nos acerca a un Dios dispuesto al perdón. Un perdón que viene de la mano de una fe viva, transformada en amor: "Sus muchos pecados le son perdonados porque tiene mucho amor" (Lc. 7,47)

sábado, 5 de junio de 2010

Responsabilidad

Hablaba en mi anterior comentario del hombre como ser libre por propia naturaleza, siendo esta libertad sancionada por Dios, que “deja al hombre en manos de su propia decisión” (Vaticano II-Gaudium et Spes, n. 17)

Pues bien, una consecuencia inmediata de la libertad es la responsabilidad. La libertad hace al hombre responsable de sus actos en la medida en que estos son voluntarios.

La cultura de nuestra época rehuye de definiciones clásicas de valores éticos y morales y por ello podría llegarse a considerar la responsabilidad como una limitación de la propia libertad. Sin embargo desde mi punto de vista es precisamente al contrario. Debemos considerar la responsabilidad no como una forma de “deber”, sino como una opción libre por la que aceptamos el desafío de la vida de una forma activa de manera que nuestra autorrealización está ligada a la asunción de este principio de responsabilidad.

Hablo, por supuesto de responsabilidad individual y colectiva. Individual en nuestra relación con los demás, con la familia, con los amigos, con los compañeros, con los vecinos. En nuestro trabajo, buscando la calidad, la eficiencia y el buen resultado. En los distintos aconteceres de cada día, en nuestro ocio, en nuestro lenguaje, en definitiva en todo. Colectivamente en la defensa de los grandes valores, la paz, la justicia social, los derechos humanos, la biodiversidad, el equilibrio ecológico.....

Si no damos respuesta a nuestra responsabilidad, escucharemos la misma pregunta que escuchó Adán tras el pecado en el paraíso: "¿Qué has hecho?" (Gn 3,13).