domingo, 24 de mayo de 2015

Beato Óscar Romero

Este año la festividad de Pentecostés nos llega de la mano de la beatificación del asesinado arzobispo salvadoreño,  Óscar Arnulfo Romero. Cuando aquel día de 1980, recibíamos la noticia de su asesinato mientras celebraba la Eucaristía, nos sentimos estremecidos por el dolor de despedir a quien fue una de las voces más comprometidas con los problemas humanos del continente americano, una voz cercana a los pobres , defensora de los derechos humanos más elementales, desafiante para el régimen militar de la época en El Salvador. Una voz profética, porque era sin duda una voz llena de Espíritu Santo. Una voz para hacer resonar la palabra de Dios, que es anuncio, liberación, gozo, justicia, paz, perdón, exigencia. Una voz que llamaba a la conversión radical del ser humano y la sociedad.

Y ha sido triste, muy triste, que desde sectores ultra-conservadores de la propia Iglesia se haya querido esconder este profundo sentido cristiano, confundiendo su figura y tildándolo de demagogo comunista. Él mismo confesaba que le había hecho obispo el pueblo de Dios. Que era el paso de los días alterados, los sufrimientos populares, la sangre derramada, los gozos compartidos lo que había conformado su consagración. Era un corazón solidario, alimentado por el Espíritu. Alguien que creía en la comunidad. En realidad Óscar Romero fue asesinado por creer y practicar el amor. El mismo que nosotros decimos profesar, pero….¿lo practicamos?.


La llegada del Papa Francisco ha terminado por impulsar este atascado proceso de beatificación, que no  es otra cosa que el camino hacia la canonización de quien desde hace 35 años es ya conocido popularmente como San Romero de América

No hay comentarios:

Publicar un comentario