miércoles, 22 de febrero de 2012

Conviértete y cree en el Evangelio


Imagen: Misal con la misa papal de la feria cuarta de Ceniza (Miércoles de Ceniza) Siglo XVII (Biblioteca Capitular de Toledo)


Las primeras prédicas de Jesús al iniciar su vida pública, insisten sobre las palabras de Juan el Bautista: “Convertios y creed en la Buena Nueva” (Mc. 1,15)

Son estas palabras de Jesús las que nos salen al encuentro en este Miércoles de Ceniza, que inicia el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Pero no vayamos a pensar que la llamada a la conversión es para ateos o paganos. La conversión es una necesidad individual de renovación en la fe de cada creyente. Porque convertirse significa "volver", "cambiar", "corregir el camino", "renovarse". Y la conversión que nos pide Jesús se basa en el Evangelio. Y profundizar en él, supone reencontrarnos con un Dios que es fundamentalmente Amor.

Lo advierte el profeta Joel: “Rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos” (Jl. 2,13). Es, pues, momento de abrir nuestro corazón al amor auténtico, que habrá de incluir a tantos sufrientes del mundo hoy. Personas afectadas por la violencia, por el hambre, por las enfermedades, por la pobreza, por la crisis. Parados, emigrantes, refugiados, enfermos, marginados, perseguidos por odios étnicos o ideológicos y desvalidos en general, han de ser el primer objeto de nuestro amor.

La ceniza es el “humus” fecundo de donde debe nacer el “hombre nuevo”, que despojado de viejos vicios e infidelidades, camina hacia la Pascua, auténtica esencia de nuestra fe. San Jerónimo decía: "Ignorar el Evangelio es ignorar a Cristo".