domingo, 30 de octubre de 2011

Instrumento de paz


Al cumplirse 25 años de que Juan Pablo II convocara en la ciudad italiana de Asís a representantes de todas las religiones para reflexionar y orar juntos por la justicia y la paz, Benedicto XVI ha vuelto a convocarlos de manera que se haga realidad avanzar juntos en el camino de la paz. Es el llamado “Espíritu de Asís”.

Resulta incoherente el hecho histórico de que si bien todas las religiones ofrecen en su pensamiento doctrinal un mensaje de paz, sin embargo han sido, y aún son en nuestros días, base de violencia y de guerras. Y es que las religiones han sido, en muchos casos absorbidas por los poderes sociales y en realidad han sido esos grupos sociales, quienes amparándose en la religión han promovido los enfrentamientos bélicos. También los fanatismos y fundamentalismos, han buscado en los propios libros sagrados la justificación de sus acciones. Como indica el Evangelio de Juan, “Incluso llegará la hora en que todo el que mate piense que da culto a Dios”. (Jn. 16,2)

Tampoco es novedoso que se busque la paz a través de la religión. Ya en 1893 se constituyó un “Parlamento Mundial de las Religiones” con el fin de buscar la concordia y la paz. Posteriormente han existido otros intentos como en 1970 cuando se convocó en Kyoto una “Conferencia Mundial de las Religiones en favor de la Paz”. Ahora en Asís, Benedicto XVI ha manifestado ante los asistentes a esta Jornada de oración, “la importancia del estar juntos en camino hacia la verdad, del compromiso decidido por la dignidad del hombre y de hacerse cargo en común de la causa de la paz, contra toda especie de violencia”.

Y como estamos hablando del “Espíritu de Asís” nada mejor que terminar con aquella plegaria de San Francisco: “Quiero ser, Señor, instrumento de tu paz”

sábado, 22 de octubre de 2011

Domund



Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo” (Jn. 20,21)

Actualmente se habla con insistencia de “nueva evangelización”. Y es que estos albores del siglo XXI, son tiempos de incertidumbre, de inestabilidad social, de capitalismo desbordado, de pérdida de valores, de individualismo, de relativismo y de escepticismo general. Y en medio de todo esto, urge encontrar un valor sólido sobre el que podamos fundamentar nuestro propio existir.

Y es aquí donde las palabras de Cristo, transcritas por el evangelista Juan, adquieren toda su dimensión. Cristo levanta bandera de la fe, del amor, de la vida, de la esperanza, de la paz, de la alegría, y lo hace en un concepto universal. Estamos llamados a la misión que nos impulsa a acercarnos tanto a los pobres de los países en procesos de desarrollo como a los grandes núcleos urbanos donde coexisten riqueza y pobreza y donde este Dios de la liberación, de la justicia y de la solidaridad es el gran desconocido y en muchos casos ha sido excluido de forma radical.

Cada cristiano está llamado a ser luz, sal y levadura. En su misión ha de anunciar un Cristo cercano al hombre, un Cristo que “pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos, porque Dios estaba con él” (Hechos 10,30) y quizá por ello, resultó una amenaza para los perfectos religiosos de la época, lo que le llevó a la muerte de cruz.

Y esta es fundamentalmente nuestra misión, nuestro mensaje de salvación, pues también nosotros,a través de Cristo, nos convertimos en hijos amados del Padre y su espíritu nos acompaña, nos ilumina y nos guía en la misión que cada uno tenemos en nuestra vida. Que así sea.

23 de Octubre de 2011, Día del Domund