domingo, 28 de febrero de 2010

Caput Cuadragesimae

Cuaresma. Tiempo de Conversión

"Confitemini Domino, quoniam bonus, quoniam in saeculum misericordia eius" (Dn. 3,89)

Entramos en el tiempo litúrgico de la Cuaresma. Hemos asistido a la imposición de la ceniza. Es este un rito puramente simbólico. Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión. Los yoguis hindúes cubren de ceniza sus cuerpos representando su renuncia al mundo físico. Ejemplos como éstos, los hay en todas las culturas.

Tras el Concilio Vaticano II, el ritual de la cenizas cambia la anterior sentencia del Génesis (3,19) “pulvis es et in pulverem reverteris”, por las palabras pronunciadas por Cristo en el inicio de su vida pública: “Conviértete y cree en el Evangelio” (Mc. 1,15). Se pasa del temor al amor. De la amenaza a la invitación. De la tristeza, a la alegría de la Buena Noticia. La “conversión” debe sacarse del fanal del lenguaje religioso y debe encarnarse en la vida real: convertirse es desprenderse de cuanto de inútil nos hemos ido proveyendo en el camino, para intentar descubrir el verdaderos rostro de Dios. Nadie vio jamás el rostro de Dios. Pero Cristo nos dice “Quien me ha visto a mi, ha visto al Padre” (Jn. 14,9).

Por tanto nuestra conversión ha de tratar de buscar el auténtico rostro de Cristo. ¿dónde encontrarlo?. Ahondemos en las palabras de Cristo. “Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de Dios” (Mt. 5,3). ¿ Y donde identificamos a los pobres?. Sin duda en cada ser humano que nos necesita. En quienes padecen hambre, en los niños maltratados o explotados, en las víctimas de la guerra y la violencia, en las mujeres explotadas sexualmente, en los desplazados y refugiados, en los emigrantes, en los enfermos, en....

Nos lo confirma la voz del profeta Isaías (58, 6-7): "El ayuno que yo quiero es éste: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne".

La mejor penitencia, la mejor forma de redimir nuestras culpas es entregarnos con toda fe a la Buena Noticia, a la propuesta que Dios nos hace en Cristo. De esta forma renovaremos nuestro espíritu en espera de la noche santa de la Resurrección. La Pascua meta final de la Cuaresma, nos traerá a través de una fe basada en el amor, la luz de la Esperanza

Publicado inicialmente en fotohoo el día 18/02/2010

2 comentarios:

  1. Hola Fernan!
    La verdad es que no conocía tu blog, eso es lo que tiene una, que le da tiempo a poquito.
    Gracias por tu mensaje en mi blog, espero poder hacer ese Camino y contarlo.
    Y no importa Fernan que o hayas hecho el Camino de Santiago, lo que importa es dar una buena "zancada" en nuestro caminar de día a día.

    Ana

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  2. ey cuanto tiempo que no te leia....
    te invito a hacerte seguidor del blog de mi madre
    www.madeinnaty.blogspot.com
    gracias

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