La renuncia de Benedicto XVI y la consiguiente convocatoria de Cónclave, reabre el debate, siempre vivo, de los problemas de la Iglesia actual. Probablemente en estas líneas no aporte nada nuevo a este tema, pues personas mucho más doctas que yo han reflexionado en profundidad sobre ello, pero se trata solo de exponer mi particular visión.
Y es que la difícil situación actual de la fe, exige determinación el la búsqueda de soluciones, siempre con el Evangelio como guía. En este sentido la Iglesia necesita regenerarse a si misma y poner los pies en el suelo para acercarse a la sociedad.
A mi modo de ver, curiosamente la Iglesia debe avanzar y profundizar en lo que son sus propias líneas definitorias. Veamos:
CATOLICIDAD. Si entendemos el término “católico” como sinónimo de universal, sería un grave error conceptual aplicarle un significado puramente geográfico y no humano. La Iglesia ha de ser católica porque Cristo vino a redimir al género humano en su totalidad, sin distinciones geográficas, étnicas o raciales, Sin diferenciaciones entre hombre y mujer, entre clérigos y seglares, entre los que están dentro de la Iglesia y los que están fuera, entre creyentes y no creyentes, entre los de una ideología y los de otra, entre gobernantes y gobernados, entre ricos y pobres, entre.....
En este sentido la Iglesia está en la necesidad de acercarse e integrar en la comunión eclesial a colectivos que hoy por hoy, se siente marginados por la propia Iglesia. Hablo, entre otros, de homosexuales, de divorciados y familias reconstituidas, de curas casados, de comunidades indígenas, de ......
ECUMENISMO. A pesar de que la propia Iglesia levanta el ecumenismo como bandera, lo cierto es que tanto en la Iglesia, como en otras confesiones cristianas hay un exceso de autosuficiencia que les impide un acercamiento real. Hemos de abrir nuestro restringido concepto de hermanos. Recordemos el pasaje evangélico cuando alguien se acerca a Cristo para decirle que su madre y su familia querían hablar con él. La respuesta fue de gran alcance: respondió con una pregunta: "¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos y hermanas?" Y responde a su propia pregunta diciendo: "Los que escuchan y cumplen la palabra de Dios, son para mí, madre y hermano y hermana" (Mc, 3, 32-35) y (Mt. 12, 46-50)
LA OPCIÓN DE LOS POBRES. La Iglesia no puede seguir apoyando “de facto” sistemas económicos injustos. Se sabe que, en la actualidad, se produce un 10 por ciento más de los alimentos que necesitamos para vivir toda la humanidad y , sin embargo, mueren de hambre 35,000 niños cada día. Es cierto que son cristianos quienes en los rincones más olvidados del mundo se dejan el alma por superar estas situaciones, pero la Iglesia como institución debe tomar partido de forma radical.
Además la Iglesia debe intensificar al máximo su actuación social en problemas tan graves y mundanos como los refugiados, los emigrantes, el narcotráfico, la trata de mujeres y niñas, la explotación laboral, las víctimas de la violencia, ........
IGUALDAD EN DIGNIDAD. A pesar de los numerosos documentos eclesiales que proclaman la igualdad entre la mujer y el hombre, la realidad eclesial va por otro camino. ¿Cuántas mujeres intervendrán en este próximo Cónclave?
CLERO. La sociedad actual percibe el mundo clerical como anclado en el medievo. Mirándose en sus propios espejos y olvidándose de pisar la calle, que en definitiva fue lo que hizo Cristo. Esto es causa del alejamiento de grandes sectores de la población. Los jóvenes, por ejemplo, aunque mayoritariamente se declaran creyentes, viven totalmente al margen de la Iglesia y lo que es mucho peor, carecen de guía espiritual, y por tanto de un sentido de religiosidad. Los seminarios están semivacíos y conseguir hacer llegar a la juventud la llamada de la vocación requiere algo más que oraciones. Y temas como el celibato opcional deberán tenerse en cuenta.
CURIA. La imagen que emana del Vaticano, con una curia enredada en cuestiones mundanas, una administración opaca en la que no faltan escándalos, un boato excesivo e incluso ridículo y un enorme patrimonio, no es precisamente la imagen que Cristo exige a sus seguidores. La Iglesia del siglo XXI necesita una reforma en profundidad de la Curia.
LITURGIA. Es necesario recuperar una liturgia que sea “fuente de agua viva, que brota para la vida eterna” (Jn. 4,14). Más allá de rosarios de la aurora o novenas patronales, la liturgia ha de hacer llegar a las almas el “Espíritu de Dios” hasta llenarlas de su amor y su alegría. Cuando esto ocurra las iglesias volverán a llenarse
Podría hacer este pequeño artículo interminable. Concluyo diciendo que hemos de mirarnos en el cristianismo primitivo. Aquel del siglo II en que la santidad sencilla, el amor infalible y la abnegación incansable le permitieron prosperar y crecer en un mundo hostil.
En cualquier caso a los cristianos de hoy solo nos cabe rezar, para que el Espíritu Santo se haga realmente presente en el Cónclave. Amén
Interesante texto, me has hecho pensar. Un abrazo!
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