sábado, 31 de agosto de 2013

Sed de Dios

"Como busca la cierva corrientes de agua, 
así, Dios mio, te busca todo mi ser.
Tengo sed de Dios, del Dios vivo,
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?"
(Salmo 42, 1-3)


Durante la etapa soviética, la Catedral de San Isaac de San Petersburgo, fue convertida en "Museo del Ateísmo". Una frase presidía la entrada al museo: "El hombre hizo a Dios, luego Dios no existe".

Cegados por su propio pensamiento, negaban una realidad secular: la historia del hombre es, en buena medida, la historia de la búsqueda de Dios, que parte de la propia experiencia de Dios en el interior del alma de cada hombre. A partir de esa experiencia la vida del hombre es pura sed de Dios, a quien buscamos en la naturaleza, en los seres vivos, en el rostro de cada ser humano. Lo buscamos en los silencios, en las cosas sencillas, en el amor humano. Sin embargo hay quien buscando a Dios no logra encontrarlo. Quizá porque se olvide del primer lugar donde Dios se manifiesta: nuestro propio interior.

Como escribía San Agustín en sus "Confesiones":"Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti y siento, hambre y sed, me tocaste, y abráseme en tu paz".

1 comentario:

  1. Qué bonita fotografía has elegido para acompañar tu entrada, no puedo dejar de mirarla.

    Un abrazo!

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