La
liturgia de este domingo nos acerca una de las preguntas claves en el
seguimiento de Jesús: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» (Lc 9,20)
La respuesta constituye toda una rama de la Teología, la Cristología, que ha hecho reflexionar a millones de personas a lo largo de más de veinte siglos de cristianismo. Los Concilios Ecuménicos de los siglos IV y V (Nicea, Éfeso, Calcedonia...) fijaron la doctrina de la Iglesia. Pero más allá de esa respuesta del credo oficial, está la respuesta personal.
¿Quién digo yo que
fue Jesús de Nazaret?
Estamos en el Año de la Fe y desde esa fe, sigo buscando mi respuesta personal a través de los textos
sagrados, a través de la vivencia mística, a través de las realidades terrenas,
a través de la oración. Busco la identidad del Cristo de las Bienaventuranzas,
del Cristo del Amor, del Cristo de la Paz, del Cristo de la Misericordia, del
Cristo del Perdón, del Cristo de la Libertad, del Cristo del Calvario. Busco la
identidad del único profeta que fue capaz de decir «Quien me ha visto a mí, ha visto al
Padre». (Jn 14,9)
Imagen: Simón Ushakov (1626-1686)
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